Cuenta una leyenda que en un pasado remoto los seres humanos éramos dioses. Pero abusamos tanto de nuestros privilegios, que la vida decidió retirarnos este poder y esconderlo hasta que realmente hubiéramos madurado.
El comité de eruditos de la vida sugirió enterrar el poder de la divinidad bajo tierra, en el fondo de los océanos, en la luna... La vida desechó todas estas opciones: "Veo que ignoráis hasta qué punto los seres humanos son tozudos. Explorarán, excavarán o gastarán una fortuna en naves para intentar conquistar el espacio hasta dar con el escondite".
El comité de eruditos se quedó sin saber qué decir. "Según lo que afirmas, no hay lugar donde los seres humanos no vayan a mirar nunca". Tras escuchar estas palabras, la vida tuvo una revelación. "¡Ya lo tengo! ¡Esconderemos el poder de la divinidad en el único lugar donde a muy pocos se les ocurrirá buscar... en lo más profundo de su corazón!".
Obtener el amor en su punto es muy complejo. Por mucho que nos empeñemos en conseguirlo, siempre nos queda como un solomillo: sellado por fuera, crudo por dentro, tibio en el bocado y tierno, demasiado tierno. Yo te digo, deja de comprar amor en lata, empieza por amarte a ti mismo y olvida eso de que amar es sólo cuestión de apagar el horno en el momento justo.
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