19.11.2005  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

Se trata de una historia tan imperfecta y mal hecha como la curvatura de este anillo
De la crónica de un suicidio sin éxito a manos de una sortija
De las leyendas que destilan ocho bocas sin memoria
De la banda sonora que sonó durante meses
Y de todo lo que no sonó durante años



Al fin y al cabo, una historia circular bien narrada
de esas que empiezan igual que terminan
casi sin darnos cuenta.


Moi je t'offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas

Pleamar  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."


Mirad a esta niña.

Me atrevería a decir que la gran mayoría de vosotros ha tenido una primera reacción normal en forma de sonrisa -cuanto menos ladeada-. Haciendo de cabeza un guión sobre qué tratará la historia que os quiero contar esta vez: ¿Pleamar? ¿Una foto sacada de una web de humor? Por supuesto, es hora de reírnos un poco, de relajar los pocos músculos oxigenados que nos quedan un domingo por la noche.

Llegados a esta altura, con el prerrequisito de conocerme un poco, tendría que picaros la nariz. ¿De verdad que no os huele a chamusquina? Claro que sí, y lo peor de todo -aparte del mal olor- es que estáis en lo cierto. Es una verdad a gritos: algo se quema por aquí, algo no va bien. Y a sabiendas de las consecuencias miramos hacia otro lado y nos ponemos a flote, porque llega el temporal.

Repito, mirad a esta niña.

¿Qué me decís de esa felicidad tierna e insospechada que este tipo de criaturas sabe arrancar incluso a la bestia más mustia?. Esos ojitos que lo guardan todo en una caja de cartón mojado a la que los adultos llamamos inocencia -y todavía aguanta el peso de tener sólo 5 años-. Esas manitos que ya no saben dónde meterse con tal de no seguir palpando una realidad áspera.

Los finales felices lo serán cuando haya cuentos en los que perder el tiempo, de momento toca joderse y aguantar a tanto comodón que nos hace involucionar. Así que acostúmbrate a que los domingos por la noche no son para relajar los músculos sino para estirar el tendón de tenemos-que-hacer-algo-urgentemente. Mañana lunes, llega el agua -como todos los lunes desde 1990- y no es momento de emplomecer a los mediocres que nos rodean, sino de encorchar a los inocentes que por sí sólos no saben nadar.

Levántate y empieza por tu familia, por tu vecino, por tu ciudad, por tu país, por tu continente, por tu mundo, por tu puto universo.



Enserio, por última vez, mirad a esta niña.

¿Sabéis lo que veo yo? A la hija de una humanidad enferma pidiendo a gritos que alguien todavía con cabeza, le llene de aire lo único que la va a mantener a flote en esta pleamar, en esta marea intensa de futuros hechos a base de manotazos de ahogado.




No nos queda nada  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."








Luego de haber adorado a todo tipo de dioses,
la única que le quedó fue la fe de erratas.

Rebirth  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

"The fate of destruction is also de joy of rebirth"



Vuelos fatuos describen el ímpetu del que renace con la fuerza de la ambición amaestrada.





Ave Phoenix

Amor en lata  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

Cuenta una leyenda que en un pasado remoto los seres humanos éramos dioses. Pero abusamos tanto de nuestros privilegios, que la vida decidió retirarnos este poder y esconderlo hasta que realmente hubiéramos madurado.

El comité de eruditos de la vida sugirió enterrar el poder de la divinidad bajo tierra, en el fondo de los océanos, en la luna... La vida desechó todas estas opciones: "Veo que ignoráis hasta qué punto los seres humanos son tozudos. Explorarán, excavarán o gastarán una fortuna en naves para intentar conquistar el espacio hasta dar con el escondite".

El comité de eruditos se quedó sin saber qué decir. "Según lo que afirmas, no hay lugar donde los seres humanos no vayan a mirar nunca". Tras escuchar estas palabras, la vida tuvo una revelación. "¡Ya lo tengo! ¡Esconderemos el poder de la divinidad en el único lugar donde a muy pocos se les ocurrirá buscar... en lo más profundo de su corazón!".


Obtener el amor en su punto es muy complejo. Por mucho que nos empeñemos en conseguirlo, siempre nos queda como un solomillo: sellado por fuera, crudo por dentro, tibio en el bocado y tierno, demasiado tierno. Yo te digo, deja de comprar amor en lata, empieza por amarte a ti mismo y olvida eso de que amar es sólo cuestión de apagar el horno en el momento justo.