Escaleras I  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

Hunde la nuca en la almohada y al mismo tiempo se regala un gesto cómplice. Suspira creyendo que algún día ese techo, blanco lino, se resquebrajará para abrirse en dos. Hoy no, hora de levantarse.

Tristemente acostumbrado a estos amaneceres prematuros, arquea las manos para repetir el juego de adultos que decidió imitar desde niño. Sus yemas repasan ambos lados de la cara en busca del hipnótico vaivén de una sien nerviosa por el apretar de su mandíbula. Antes de incorporarse, estira el brazo para alcanzar el reloj -reloj que nunca tuvo porque la idea del tiempo siempre le pareció peor que un actor secundario malo-.

A mitad de camino, falange y mesilla se desencuentran y hay un cambio de rumbo. Ahora recuerda el pintalabios de ella. Intenta, resbala, desespera, cae, llora.

Sangra y llora, casi a la vez.

Baja las escaleras medio vivo medio no. Dos cucuruchos de papel higiénico le inflan la nariz como a boxeador de tercer round. Aturdido, no sabe si sangra por el golpe de calor que le ha despertado la mente o por el golpe de suelo que le ha despertado el cuerpo. Él baja, ya sólo baja.



Descalzo conoce al frío mármol y ya su pulmones se encargarán de pasarle factura. Era rutina, al pasar por el salón, saludar a las sombras que de cuclillas se fusionaban en el único ángulo muerto proyectado por la poca luz que todavía emitía la araña polvorienta.

Finalmente llega a la cristalera de mamá, abre la puerta con sumo cuidado de no tener el valor suficiente para hacerlo y darse cuenta. Coge el costurero y lo limpia abrazándolo impunemente.

Sangra y llora, casi a la vez.

Decide volver, no debe despertar a sus padres, ya muertos. Así avanza desde el primer rellano. Él sube, ya sólo sube.

Una vez arriba, se sienta en el primer escalón. Orgulloso de su valentía, saca un pañuelo de papel que encuentra dentro del costurero y con una media sonrisa describe con tinta la situación. Lo deja a un lado. Revuelve dentro de los frascos llenos de recuerdos en sepia: un botón de papá, un carrete de hilo de mamá.

Instintivamente, como queriendo conciliar a sus padres en un presente pasado, ata el extremo del hilo al botón -nudo doble- y casi sin pensarlo, deja rodar escaleras abajo el carrete de mamá.

Sangra y llora, casi a la vez.

Escaleras II  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

Son las 03:42 am y estoy escribiendo por paliar el miedo que tengo. Un ruido casi de metrónomo me ha despertado. Ya conocéis mis transtornos de sueño, mi sonambulez crónica y mis migrañas de atrezzo; sin embargo voy a ver qué pasa.

¿Alguien me explica por qué hay lo que parece ser un carrete vacío en el primer escalón de mi casa?. El hilo al que está unido se pierde escaleras arriba y tiene aspecto de no ser para mí -se llama temor y/o respeto a lo desconocido-. ¿Qué hago? ¿Subo? ¿Tiro?.

Ahora es cuando el narrador se cansa y dice eso que queda tan bien: "Rompemos con la linealidad del relato". El final de la historia se difumina en todas las direcciones del espacio hasta chocar con cada escalón que sube él. Escalón, nivel de subconsciente al que debéis bajar vosotros. Seguimos.



Sube un escalón.

Piano de fondo.
- ¿Eres tú, inspiración?
- Por supuesto que no, iluso.

Sube un escalón.

Su pintalabios de fondo.
- ¿Eres tú, amor?
- Por supuesto que no, idiota.

Sube un escalón.

Su bandera de fondo.
- ¿Eres tú, orgullo?
- Por supuesto que no, traidor.

Sube un escalón.

Tú de fondo.
- ¿Eres tú?
- Por supuesto que...


I believe I can fly  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."



A los niños les enseñan tanto a confiar en Dios
que se les olvida inculcarles el hábito de creer en si mismos.






Facta, non verba  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

O Fortuna
velut luna statu variabilis,
semper crescis aut decrescis;
vita detestabilis nunc obdurat
et tunc curat ludo mentis aciem,
egestatem, potestatem dissolvit ut glaciem.

Sors immanis et inanis, rota tu volubilis,
status malus, vana salus semper dissolubilis,
obumbrata et velata michi quoque niteris;
nunc per ludum dorsum nudum fero tui sceleris.

Sors salutis et virtutis michi nunc contraria,
est affectus et defectus semper in angaria.
Hac in hora sine mora corde pulsum tangite;
quod per sortem sternit fortem, mecum omnes plangite!





Facta, non verba.
Hechos, no palabras.

Contusión Confusión  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."


Te han partido la cara. Te han demacrado. Ahora, tu familia está aprendiendo a respirar otra vez, y tú también -casi literalmente-. No vuelvas a hacerlo. Ni tú, ni tú. Con esto no se juega. No. Y lo sabes... sabes, que no está el mundo como para ir siendo buena persona por ahí.

Take care, bro.