Todavía late  

Lavado y planchado por "Aquel chico..."

Cerró los ojos, cogió la prenda y volvió a darle la espalda al espejo.
Entonces se percató de lo absurdo que había sido su gesto.
Si ella era la primera en no enfrentarse a la realidad,
¿cómo podía pretender que su familia lo entendiera?.
Vaciló, pero fue apenas un instante.
Luego giró sobre sus talones por segunda vez y se enfrentó
a su imagen en el espejo.
La cicatriz, que nacía de su garganta, bajaba en una espantosa vertical
atravesándole el cuerpo casi hasta el ombligo.
Era como una cremallera que no se abría.
Una cremallera rosada y salpicada constantemente
por breves trazos horizontales.
Pasaba entre sus pechos jóvenes y hermosos como un río seco.
Y aun siendo espantosa, eterna, sabía que representaba
la puerta de su esperanza, la clave de su nueva vida.
La cicatriz no era más que la huella visible, el vestigio de lo sucedido.
Se llevó la mano derecha hasta ella.
La tocó.


¿Era la primera vez que lo hacía?
No, pero sí de aquella forma. Y lo importante era la forma.
Cerró los ojos y escuchó los latidos de su corazón.
Su corazón.
La vida es muy extraña, pero sólo cuando se está a punto de perderla
tomamos conciencia de lo que vale y de que lo es todo,
porque no tenemos nada más.
Montse llenó sus pulmones de aire y se puso el bañador.
Tiempo. Necesitaba tiempo.
A fin de cuentas, estaba aprendiendo a vivir de nuevo.



This entry was posted on jueves, febrero 25, 2010 and is filed under . You can leave a response and follow any responses to this entry through the Suscribirse a: Enviar comentarios ( Atom ) .

3 botones perdidos

P.D.: Altamente recomendables tanto el video como la canción...

=)

Menuda carnicería...

El problema sería si dejara que la cicatriz que le surca el cuerpo le marcara la vida entera.

Gracias por el consejillo, ya está puesto en práctica. Lo de la publi es una mierda, jaja.

Besos