Y estoy hablando del ya conocido "nosotros los de antes, ya no somos los mismos".
Me sorprendo a mí misma recordando, sabiendo que eres peor que malo, consciente de que hace más daño que arrancar una costra, jode más que la propia herida y deja más cicatriz...
Que dolió, no sólo en febrero, sino también en marzo y en abril; y que duele. Duele que no te vayas nunca, que me quede una parte tuya aquí. Que cuando me mires sepa que entre todas las cenizas, aún hay rescoldos que saben a ti.
Quise perderte y perdí, eso ya no me escuece. Lo extraño es que no me acuerdo o no sé definir qué fuimos, qué pudimos llegar a ser, qué no somos y qué sí, qué nunca volveremos a ser y qué nunca más seremos...
Intentando hacer cuentas y reunir en una sola memoria
quién ha querido, buscado, después perdido, luego odiado y llorado más...
Y los números no salen:
porque ya no somos,
tú eres sólo cuando quieres
y yo soy, sin remedio.
Cansada de contar los suspiros,
de no saber si resopla por amor o por desamor.
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